miércoles, 25 de julio de 2012

Nada dura mucho.

Caigo. Poco a poco me voy. La física me cautiva y la gravedad me inclina hacia tus pies. Al mismo tiempo deshago las nubes que rigieron este frágil equilibrio. Nada dura mucho. Me muevo, no soy de ningún lugar de este país de aire. Nunca volveré a vivir, nunca con el peso que arrastra la mentira, la rutina, el triste engaño. Caigo, donde el cielo se despeña contra los cristales de mis días. Me hundo en el agua y la corriente me lleva hacia ti. El impulso de un instante dibuja mi salto, atraviesa los espacios en blanco. Llegas, te vas, la vida se deshace invisible en el mar de los años.

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