Como una canción aun sin acabar te repites en mi mente de forma intermitente. Como si este mundo fuese a terminar tú me besas con la fuerza de quien sabe que tendrá muy medidas y contadas las ocasiones de hacer de ese beso algo habitual. Sobrevivo a base de viejas historias incompletas que no acaban por el miedo a terminar, oyendo tu voz en cada voz extraña, impregnando con tu esencia mis pasiones, mi verdad.
Con las manos, aun inquietas, pienso en ti pues te tuve entre mis brazos y otra vez te has vuelto a ir. Indelebles son los surcos de tus dedos que han marcado ya mi piel y mi pasión. Luchemos con besos pero déjame ganarte. Reinventarnos a la vez será cuestión de práctica. Bebe de la sed que siento al mirarte, muérdeme las ansias pero sin cansarte.
Y a veces nos prestamos las cosas de valor. Y nos intercambiamos mientras que hacemos el amor el alma entre las manos. Y entre los labios los te quieros, los que adornan las paredes de este cuarto al que me escapo a veces.
Tú, la luz que apaga todos mis temores, el lápiz que me escribe las canciones, la estrella que me sigue adonde voy. Tú, la suerte que besó mi libertad, las letras con las que aprendí a cantar, tu ritmo es el que marca mis latidos.
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