Llevo todo el día dándole vueltas a la conversación telefónica de la otra mañana. Incluso me he tenido que convencer de que no ha sido un sueño. No. Realmente me había llamado. De eso no había duda, aunque acababa de levantarme. Sin embargo no estoy del todo segura si he interpretado bien lo que me ha dicho al final de la llamada.
¿Realmente vamos a vernos cada día por las tardes durante toda una semana para estudiar? Eso era lo que había dicho, ¿no? Sí, era eso, ¿verdad? Pero, ¿por qué tengo tantas dudas entonces? Quizá por mi falta de seguridad, quizá porque no confío en mí misma, quizá porque estoy enamorada de él y no puedo imaginarme que pueda pasar algo así...Quizá porque me estoy volviendo loca.
Mi cabeza no puede dejar de pensar, funciona a mil por hora: un millón de imágenes, palabras, hipótesis, conjeturas. Pero no saco nada en claro. Aunque lo intento. Bien: va a venir a mi casa, y eso está bien. Nos vamos a quedar a solas cuatro días. Cuatro tardes. Él y yo. Como he soñado tantas y tantas veces. Eso también está bien. Pero es para estudiar, eso ya no está tan bien. ¿Podré concentrarme? Debo ser responsable y controlar tanto mis nervios como mis emociones para estar junto a él. ¿Y qué hay de mis sentimientos?
¿Quién dice que no se enamorará de mí durante esta semana? No, eso es hacerse falsas ilusiones. ¿Cómo alguien como él iba a fijarse en alguien como yo? Es imposible.
Vivo en un carrusel continuo de sentimientos, sentimientos que van subiendo y bajando como los caballitos de ese carrusel. Cada minuto es una historia distinta y cada sensación un acontecimiento. El corazón me late muy deprisa y la cabeza me va a estallar.
¿Tengo motivos para ilusionarme? ¿Merece la pena seguir enamorada de él y no intentar olvidarle? Eso es engañarme a mí misma. No puedo olvidarle. No, no puedo. Y, además, ¿cómo voy a hacerlo si voy a verle a solas cada día la próxima semana?
¿¡Por qué todo es tan difícil!?
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